Viejas zapatillas


La educación en España y en sus plurilingües nacionalidades




MARCELINO M. GONZÁLEZ

La Nueva España (http://www.lne.es/)

 Todas las semanas me gusta viajar un poco. Valiéndome de esos nuevos programas de las plurilingües televisiones de este pluriestado que ahora están de moda -Madrileños o Catalanes o Farfullenses por el Mundo, pongamos por caso- aprovecho para conocer una ciudad, o varias, durante la media hora que dura el programa. Ayer estuve en Praga, una ciudad llena de arte y de historia, cuna de Kafka y de Sheifert, y me llamó especialmente la atención la educación y las formas que a este respecto allí se siguen. Piensen en una familia media, ella madrileña y él checo, tienen dos niños de corta edad. A las cinco de la madrugada se levantan y la madre los acompaña a la escuela donde nada más llegar se ponen las zapatillas y se cambian de ropa que llevarán hasta que termine la jornada escolar. Todo bien colocado en sus respectivas perchas y estanterías, arriba los de la calle, abajo lo del centro. Después de cambiarse de ropa entran en las aulas y, silenciosos, aguardan la llegada del maestro. Cuando éste entra todos se levantan y le dan los buenos días. Luego todo continúa en armónica sintonía con lo que acabo de describir, hasta la tarde en que tiene lugar la operación contraria, cambio de ropa y a casa. El uso de las zapatillas en las escuelas me ha recordado mi infancia, no porque yo también las usase en mis tiempos de escolar, sino porque entorno a ese calzado hubo toda una historia que permanece fresca en el recuerdo, una historia de vida familiar de las de antes, de aventuras en la aldea sin tele, ni radio, solo con las noticias que cada día llevaba el panadero. En segundo lugar, esa educación jacobina, de respeto y admiración por el maestro, de estos niños centroeuropeos son, de igual forma, evocadores de mi infancia. Efectivamente en nuestra más tierna edad también teníamos la costumbre de levantarnos y dar los buenos días, o buenas tardes, cuando el maestro entraba en clase, y esperar a sentarnos a que él nos lo indicara. Desconozco si aquello estaba en algún tratado sobre las «buenas maneras», seguro que sí, pero en cualquier caso era uso y costumbre hacerlo así, como lo era el pasar lista y contestar «presente» o, en caso contrario, oír del compañero «no está señor Maestro, murió la güela». Estos hechos del pasado no son más que el reflejo de lo que era por entonces la educación. Los que son de mi edad se acordarán: «El Ebro nace en Fontibre, cerca de Reinosa... y desemboca en Amposta formando el delta del Ebro», también se acordarán de las batallas de Guadalete o de las Navas de Tolosa. Vayan y pregunten hoy a uno de esos locos bajitos por alguna de estas cuestiones y les dirán que ahora no se lleva eso de la Geografía y de la Historia, con un gepéese y un portátil de última generación lo tienen todo solucionado. Y a la cultura que le den por saco.

Y es que entre Logse y otras siglas de idéntico infortunio los distintos gobiernos de este país y de las distintas y plurilingües nacionalidades de este país se han servido de la educación como arma política y arrojadiza contra el rival, y de esta forma han acabado con la cultura y, en consecuencia, con la formación de la infancia y de la juventud. Es por ello que me han llamado la atención los hechos de Praga. Yo aún conservo unas viejas zapatillas de mi niñez que guardo para algún niño que sepa que el Ebro guarda silencio al pasar por el Pilar.


(c) 2009, Lne.es (http://www.lne.es/)

0 comentarios:

Fuentes:Medios de Comunicación y Prensa

© LOBO ASTUR | DERECHOS LIBRES IDENTIFICANDO SU PROCEDENCIA I CONTACTAR

  ©Template by Dicas Blogger.

TOPO